Más sucedió lo contrario y el rey llamó a sus médicos de cabeceras y sabios y del palacio los expulsó pues así reclamó:
" Su dieta nada bien me ha hecho, miren que terrible mi sobrepeso."
Y es que el rey era muy temperamental y sucedio que nadie podía acertar de cómo bajar al rey de su excesivo peso, pero en ese momento vino un hombre sencillo y humilde y dijo frente al rey :
" Señor Rey, yo quiero solo la mitad del reino, dadme solo un día y con un día, dadme los hombres más fuertes del reino y dadme por un día también el esfuerzo de trabajo de todos los hombres y mujeres del reino. Y si en un día no bajais de peso yo a cambio daré mi vida."
Aquel rey pues se miró en el espejo, y le dijo a aquel hombre:
"Yo no sé si eres un impertinente, un loco o un sabio pero esta bien, es un hecho, pero no aceptaré bromas y pondré a prueba tu destreza o pagaras con tu vida por esta travesura. Y es mas el día comienza ahora, me iré y mañana regresaré a la misma hora y veremos si se ha logrado lo que tu me dices. "
"Bien Señor" dijo así el humilde hombre.
Y apenas se fue el rey, el humilde hombre mando sacar todas las cosas del palacio y que las llevasen a su casa, aunque un poco resistían los guardianes y súbditos del rey, le hicieron caso. Una vez que se quitó todo del palacio aquel hombre humilde hizo traer nuevos muebles pero éstos eran gigantes como diez veces más grandes, igual las sillas y los sillones, la ropa igualmente mas grande y en cuanto a los espejos los hizo poner pequeños, muy pequeños en las paredes, no mas grande que un dedo pulgar .
Y justamente poniendo el último espejo el rey regresó a su palacio y entonces vio que algo extraño había sucedido todo estaba como crecido y entonces llamó a este hombre el cual le dijo lo que había sucedido; y éste le dijo:
" Señor rey siéntese en su reino, acuéstese en su cama, póngase sus ropas, mírese en su espejo. "
Y el rey haciendo todo esto admirado llamó a su notario y dijo:
" Denle a este hombre la mitad del reino. Miren mis ropas están holgadas, me quedan bien, miren como me pierdo en mi sillas y en mi cama. ¡Que misterio! que rápido. Yo sin saber he perdido tanto peso. "
Y la tradición dice que el rey siguió comiendo mas, pero nunca jamás se sintió obeso pues su ropa, su cama, sus sillas seguían siendo para él mucho mas grandes.
Y aquel hombre humilde alcanzó la mitad de su reino.
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